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jueves, 17 de mayo de 2012

CHESTERTON: DOS POEMAS

Ando leyendo la biografía del inmenso –en todos los sentidos- Gilbert K. Chesterton, que escribió Joseph Pearce bajo el título de “Sabiduría e Inocencia”. Este recuento, bastante grueso y documentado, de la historia, obra, idas y venidas del señor G.K.C., a veces carga excesivamente las tintas en el lado católico del gran escritor y aunque, en un principio, esa conversión y defensa del catolicismo militante fueron esenciales en su carrera, lo cierto es que cuando miras la solapa del libro, traducido al castellano por la editorial Encuentro (¡glubs!) y comprobamos que también tienen traducidas biografías de C.S. Lewis –otro escritor de tendencias religioso/festivas-, Tomas Moro y del mismísimo Joseph Ratzinger, la levantada de ceja es involuntaria e inevitable.
Pero aun así la exposición de Pearce del nacimiento, eclosión y años de gloria del señor Chesterton son ejemplares y, lo más interesante para los Chestertófagos, como el que suscribe, es la inclusión de gran cantidad de material inédito en forma de cartas perdidas, artículos nunca usados y poemas casi desconocidos. Sí, sé que suena raro teniendo en cuenta que la bibliografía de traducciones al castellano de la obra (periodística, ensayística, de ficción, poética, biográfica, etc…) de Chesterton debe ya haber alcanzado las 300 o estar a punto de hacerlo –gracias a editoriales como Acantilado, Valdemar o Espuela de Plata-. Es especialmente gracioso cuando se comenta que, ya en su época, los propios fans y colegas de pluma de Chesterton le recomendaban que se tomara un descanso de tanta novela, artículo y polémicas epistolares, no fuera a ser que se acabara quemando a si mismo. Pero aparte de todas estas obras en dominio público, en efecto ¡Aun hay más! Y el libro de Pearce, incluye curiosidades tan interesantes como las dos que traigo hoy para vuestro gozo y esparcimiento.

Comenzamos con un poema ¡¡Anticlerical!! del muy creyente Chesterton. La explicación hay que buscarla en sus años mozos, cuando a pesar de su fe en un Dios que estaba comenzando a analizar, se vio atraido por el socialismo y las injusticias inflingidas al populacho vía las altas esferas -Cuanto han cambiado las cosas desde entonces, ¿Eh?-. Posteriormente dejaría de meterse con el Altísimo (al que dedica una pequeña pulla) y con sus secuaces en la tierra (no olvidemos que su personaje más famoso era uno de ellos), pero siempre conservó su desdicha ante los estragos sufridos por la clase trabajadora. El caso es que en este fragmento mezcla esa preocupación con una insólita guerra eclesiástica, impensable en sus posteriores y píos años:
Dios ha sumido todo en el caos,
ha derrocado a curas y príncipes,
pero conserva el puesto del obrero,
la vieja propiedad del mundo.

Mientras el viejo cura se desvanece como un fantasma,
mientras los reyes dormitan en sus tronos,
la antigua y vieja mano de la clase obrera
cobra fuerza, y retiene lo que es suyo.
“El viejo cura se desvanece como un fantasma” ¡Si el Padre Brown levantara la cabeza! Y hablando de fantasmas, el siguiente poema trata sobre el espiritismo en casa de los Chesterton, y es una desconocida y genial rareza que además tiene una interesante historia detrás. En 1905 se suicidó el hermano de la señora y esposa Chesterton, de nombre Frances. El joven sufría una depresión y ni siquiera una aparente mejoría, que muchos de sus allegados achacaron a su reciente conversión al catolicismo, le disuadieron de arrojarse a una muerte líquida. Apareciendo su cadáver en una playa de Sussex, a donde tuvo que ir Frances Chesterton para identificarlo. La inconsolable pareja del escritor decidió probar suerte con el espiritismo para calmar su desconsolado ánimo, ante las refrenadas ganas de intervenir y disuadirla por parte de su preocupado marido. Chesterton había tenído alguna mala experiencia con la quija y un desencuentro dialéctico en prensa con el mismísimo Aleister Crowley, así que huía del ocultismo como de la peste.
G.K. Chesterton y Frances Chesterton

Lo interesante de esta tragedia doméstica, es que Chesterton escribió un estupendo poema en el que observa y describe de forma parcial una de estas sesiones de espiritismo en las que se vio envuelta su esposa, a la que incluso menciona en el texto. Aparte de sus temores ante la verdadera naturaleza de este espiritualismo tan de moda a primeros del siglo XIX, la pieza es especialmente emotiva por mostrar el resentimiento de su autor ante una situación que le superaba, de una forma tan agria y sincera. El poema nunca se publicó en vida, según Pearce debido a la naturaleza tan claramente autobiográfica del asunto:
El Cristal
Lo vi; ella estaba tumbada como en sueños;
alrededor de sus cabellos sagrados y por encima
de mi inviolable Frances, vociferaban las mujerzuelas
habladurías de los hombres muertos.

Muy cerca de su rostro, una ventana se abría al cielo;
junto al romper de las ondas de su pelo castaño
he visto la estúpida cara de los fantasmas,
que son los hongos de las tumbas, no las flores.

Tú, vestida de sol y de sombras por los pinares,
Tú, con un cetro en la mano de cardos en flor,
¡Vive Dios! ¿Qué tienes tú que ver con ellos,
con el cristal de mentiras y esa habitación a oscuras?

Deja que las reinas misteriosas crean que el sol es insufrible,
que se entristezcan ellas y se agazapen bajo los árboles de los druidas,
en los jardines fértiles y estáticos con que sueñan los cobardes,
¡Vive Dios! ¿Qué tienes tú que ver con ellas?

En los campos relucientes que se extienden en el mundo del cristal
hay paz y el placer extraño de una maravillosa tierra sin pisar.
Pero no hay palabras francas, ni amor a las cosas claras,
Ni verdad, ni risas fuertes, ni tampoco hay temor de Dios.

Ya no miraré más; yo soy hijo de la tierra.
Y puedo ver el sol, los bosques, el mar y la hierba.
Sólo ví un espíritu: el de ella, que está aquí con la mirada fija
en busca de espíritus a la luz de una lámpara de gas.

Por supuesto los poemas están directamente extraidos de la edición de Encuentro y la traducción corre a cargo de Carmen González del Yerro Valdés. Si sois fans y conocedores de Chesterton la biografía de Pearce es muy recomendable para un seguimiento casi día a día de la historia de este gigante de las letras, aunque hay otras opciones en el mercado castizo. Y si aun no sois fans de Chesterton… es una rara y dolorosa enfermedad, pero tiene cura.

7 comentarios:

Nit dijo...

Lo de "Chestertófagos" es genial!

Por cierto que es curioso como la conversión al catolicismo se ha convertido en uno de los rasgos característicos definitorios de una serie de autores anglosajones, no?

Reconozco mi ignorancia literaria de Chesterton, a pesar de saber de él y de su obra, asi que me ha encantado la entrada!

Moniruki dijo...

El tema de la conversión al catolicismo me echa algo para atrás, me pasa lo mismo con c.s. lewis, no sé, pero me da la impresión de que los que descubren la fe tras el ateísmo se vuelven tan intolerantes como los ex-fumadores.

Llosef dijo...

¡Fantásticos!

Lo de las editoriales católicas españolas (Edaf es otra que tal baila) adueñándose de determinados autores ingleses es un mal menor si al menos hacen una cosa buena: editarlos.

¿Has leído la "Autobiografía" de Chesterton publicada por Acantilado? ¡Una gozada!

Y como dice Nit, genial el término "Chestertófagos". Yo soy otro de ellos, jajaja.

Oscar dijo...

Pues yo si que soy absolutamente adicto a Chesterton a altas dosis y en vena. No me había acercado a esta biografía básicamente porque a quien no me considero muy adicto es a Pearce, que conozco solo por sus hechos y reconociendo que hablo de manera absolutamente cargada de prejuicios, eso de su pertenencia al partido "National Front", los ultra blancos, ultra-nacionalistas me generan desconfianza, aunque luego pretenda que su conversión Católica (que achaca a la lectura de C.S. Lewis y sobre todo Chesterton) todo lo cura. Vamos, tenía miedo a encontrarme una visión sesgada completamente de la vida y obra del genial escritor, similar a otra que leí (de otro biógrafo) acerca de Lewis. Pero si me dices que merece la pena y es jugosa, le daré una oportunidad, que GKC se lo merece. Mientras siempre nos quedará su maravillosa autobiografía (que tampoco es que no esté sesgada..).

Salduso

El Abuelito dijo...

¿Un desencuentro en prensa con Aleister Crowley? Lo desconocía por completo, eso sí que me gustaría conocerlo en detalle...
Y por cierto, editoriales como esta o Edaf contienen en su catálogo interesantísimos títulos (especialemente estudios históricos sobre herejías, etc) que no cabe desdeñar por salir directamente de las fauces del enemigo... por más que uno no acabe de entender el macanismo mental que guía a los conversos (aunque a don Gilberto se le perdone, y hasta se le vea como exótico adorno, qué quieren...)

La Caja de Pandora Magazine dijo...

El amigo Crowley tuvo muchos desencuentros con muchos personajes, pero desconocía este.
Y no, no debemos cerrar los ojos ante propuestas interesantes aunque vengan de editoriales un tanto peculiares.
Un abrazo
Crowley

WOLFVILLE dijo...

Me encanta que el término "Chestertófago" -parido en un insólito arrebato creativo por mi parte- haya calado de tal forma en público tan inteligente :) Y ahora, concretando:

-Estimados Abuelito y Crowley, parece ser que la polémica con el bueno de Aliester no pasó más allá de un desafía por correspondencia que Chesterton no acabó cumpliendo. Pero como actualmente me encuentro inmerso en un "Chesterton State Of Mind" seguro que pronto subo una segunda parte de esta entrada en la que comentaré esa anécdota y aquella otra en la que el gran G.K. se vio envuelto con Bernard Shaw y J.M. Barrie en el rodaje de una película muda... ¡¡De vaqueros!!

-Llosef y Óscar, tengo aun pendiente la autobiografía del señor C., aunque en la de Pearce encuentro abundantes extractos. ¡Ah! Que grande Acantilado, que nos acerca todas estas golosinas. Lo cierto es que muchas veces una autobiografía me resulta menos interesante a pesar de venir de la pluma del propio personaje en cuestión, debido a que habla de todo lo que le da la gana menos de su proceso creativo. Me pasó con la de Conan Doyle.

Saludos a todos y gracias por vuestra huella.